20.12.19

Poema 'Música de fondo' [Punto en línea-UNAM]


Uno siempre se está yendo.
Algo se va del espejo.
Algo cambia de lugar:
Hay golpes que ya no duelen.

Vivo estas horas extra 
como quien se ilusiona 
por cada nube distinta:
Hoy, los asuntos del tiempo 
flotan dentro, adheridos 
a lo que aún no se ve. 

Y me digo: destrúyelos, 
haz quietos pedazos de ti 
y halla una porción tuya 
en cada gente nueva.

Entrego esa parte mía
sin evitar su exterminio, 
observo cómo palidece
o se enciende otra vez 
ante la coincidencia clara
del encuentro.

Pero sucede que olvido 
y lloro los abandonos 
con melodías errantes. 

No quiero irme de aquí 
sin haber sido por fuera 
lo que veo a oscuras. 

No quiero desconocerlos 
ni partirme las piernas
sin regresar horizontes 
de visión sola y terrible.

Compartirles la pesadez 
de los inviernos soleados, 
de la cuerda erguida, 
de la lluvia interminable. 

Compartirles el mar y la nieve, 
las montañas y las cavernas. 
Mostrar la velocidad de los puentes,  
girar sus huellas, subir, bajar
las distancias, traer la arena, 
las conchas, los caracoles, 
las llantas, los laberintos. 

Pero aun cuando con otros
reconozco las veredas, 
me pierdo de recordarme
y de invocar lo que fui. 

Eso que fui y no está. 
Eso que dije y me devoró. 
Aquello que sepulté 
sin pedir permiso. 

Estos pedazos no caben 
ni aúllan a la espera 
de un actuar encerrado, 
tras la voz honda y quemada.   

Estos pedazos de canción 
no caben en el silbido 
que se filtra y me congela. 
Aún pienso en el incendio 
de las cosas hechas, 
y en su elevación vertical 
al desaparecer. 

Los pedazos al viento 
son la otra cosa, 
son el otro lado. 
Se están yendo de mí.

Entonces nada se va del todo 
sino que cambia de sitio,
y sucede que respiro 
hasta llenarme los ojos 
con esta felicidad letal 
tan cotidiana y frágil.

A veces, renuncio a mí 
y me convierto en otra.
Me disfrazo de sonido 
tras negarme y anular
cada pedazo que arranco
por la tristeza de saber 
tan poco de lo que soy 
y está en tantas partes.

Y ese otro lado crece, 
vibra en la acústica, 
en la epidermis común
de quienes ya perdimos 
el olfato de lo que brilla, 
de quienes ya perdimos 
la medida al caminar.

Porque vamos expandidos, 
abarcando las grietas 
que amplifican el error. 

Porque aprendemos lenguas 
y sus colores flotantes 
obedecen al movimiento 
de los cuerpos que bailan.

Cuando hablo en otra lengua 
la superficie se deshace, 
se desarma y rearma 
con el susurro implacable
de lo inmenso y lejano.  

Y me siento tan pequeña 
como la pluma de un ave,
de un relámpago inofensivo, 
cayendo despacio al suelo 
de los mundos ignorados. 

Y pretendo la alegría 
de quien baja escalones 
de confusión infinita 
para distraer la voz 
de los precipicios tenaces. 

De vez en cuando, río 
debajo de un ventilador antiguo,
entre las paredes de cemento
de este idilio musical.

Y abandono el conteo 
de las gotas que perforan 
las venas deshechas
para pertenecer al desorden 
de la ceniza fugaz
donde no hay máquina que inspire,
ni cables que equilibren, 
el mensaje galáctico  
de mi paso por la Tierra. 

Recuerdo a quienes amo 
y les sostengo el rostro 
para besarlos a mi manera virtual, 
aunque no haya Tierra ni ríos, 
ni suficiente espacio nuestro. 

Porque somos un rasguño 
y todo se está yendo 
Porque acariciamos el cansancio 
para gritarlo fuerte
por encima de los muros. 

Y me digo, otra vez: 
Todo se está yendo.
Todo se está yendo.
Todo se está yendo. 
Todo regresa, se estrella, se estampa 
y trae los sonidos renovados 
de otra palabra, otra llave. 

Todo se está yendo ahora mismo. 
Todo está cambiando de lugar. 
Y estos pedazos de mí 
ya son una manera de estar 
en muchas partes.

Soy la música de fondo,
que escuchas y se repite. 
Y se repite, 
como lo hacen los astros 
con su aparición insomne
y prófuga. 

Soy la música de fondo
que apagas para oírte cantar. 

Aquella lámina gruesa 
de tejido ruidoso 
que te enseñaron a ignorar 
porque duele cargarla 
sobre los ojos. 

Aquella música que suena 
para ti cuando mientes
y no importa. 

Soy la música que se está yendo.
Y se repite. 



Punto en línea, número 83
http://www.puntoenlinea.unam.mx/index.php/1467


Y en mi voz:

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